La música de Llorenç Barber se resiste concienzudamente a laesclerotización que toda escritura impone. Y es igualmente cierto que, mucho más allá (o mucho más acá) de todas, todas las palabras aquíconvocadas, está su música.Miguel Álvarez-Fernández todaescritura a las afueras del consenso exige un intérprete tensionado,intrépido, que toque no jugando sino jugándosela, que no perdone lavida: un entregado-también-músico que ha de zambullirse en la dádivacargado de dudas y deudas. el grafismo, como todo aquello que se salede la nota(ción) tensiona el ojo-cerebro del intérprete, le haceentrar en el misterio, en el espacio del son. pues un grafismo cuandoes adecuado, es un atajo, un resbale, un no-paracaídas desde el quesaltar a lo morfológico de los sonidos, a los abismos matéricos,cavernosos, filosos o espongiformes del sonar sin pasar por lastorturas del escribir puntilloso sádicamente correcto. [à]somos lo que sonamos.Llorenç Barber