Una reflexión sobre el deseo y sobre todo aquello que nos sucedecuando nos sentimos desbordados por él. Cuatro personajes protagonizan los versos de estos poemas: la mujer que los canta, un Toro, un corode ancestras y una flor cuyo nombre es Amarilis. Poco o nada sabemosde esa mujer, aunque su voz ?a ratos primaveral y desbocada, a ratosuna voz pidiendo auxilio? no cese de cantar. Y es que su canto es elcanto de una necesidad: la de quién ha sentido, galopando por lasestepas de su cuerpo con las fuerzas desmedidas del anhelo y lapasión, el dominio salvaje del Toro, y ahora, sometida y condenada, en medio de los estragos del amor, no puede sino contarlo, explicarse,medirse a sí misma de nuevo. Obsesionada con los mitos griegos, paraello recurre a Amarilis.¿Pero quién es Amarilis? ¿Una flor, una deidad campestre, la amada de Títiro en lasáBucólicasáde Virgilio? ¿Y porqué, ante el ruego confesional de esa mujer, se conmina al silencio? Y el Toro, ¿es toro o encarnación de Dionisio? ¿Las ancestras sonabuelas, madres, poetas? ¿Qué saben ellas que no sabe la mujer? Así,ese juego sutil de preguntas cruza constantem