Pocos músicos reconocen sus errores o sus desaciertos, se sinceran y se ríen tanto de sí mismos como lo hacen Enrique y Roberto Cubero en la conversación que mantienen con Emilio Gancedo. Y de ese modo, son los dos hermanos quienes nos cuentan su propia historia, la historia de dos chavales, nacidos en los 70 en una Guadalajara poblada por desertores del arado.