Dickens y Shakespeare fueron siempre las dos grandes devociones de G.K. Chesterton. A diferencia de Dickens, al que dedicó al menos doslibros, sobre Shakespeare no alcanzó en vida a publicar ninguno, perosí, en periódicos y revistas, un pequeña multitud de entretenidísimosy muy sugerentes artículos y ensayos que solo mucho después de sumuerte, en 1971, alcanzaron a ser reunidos por Dorothy Collins. Elsiempre entusiasta Chesterton fue especialmente entusiástico conShakespeare, al que entendió con la penetración y la cercanía del que, más que de su mismo tiempo, parece ser de su propia familia. Pese alaire casual, de la condición de no buscados, de la ausencia de todapretensión totalizadora o académica, estos pequeños y apretadosensayos son de lo mejor, de lo más deslumbrante (como dice José MaríaÁlvarez en el prólogo) y, sobre todo, de lo más ameno que se haescrito sobre la figura y la obra de William Shakespeare. Latraducción de Aurora Rice es la primera en lengua española. A.L.Lo que va a leer reduce a cenizas montañas de pretenciosos textosacadémicos sobre Shakespeare, y abre, contra ese saber prescindible