La forma es la voz con la que el ensayista dirige sus preguntas a la vida. Si el problema del destino ha determinado siempre el problema de la forma, los ensayos de El alma y las formas debían ser irónicos: el ensayista se refiere a las cuestiones más importantes de la vida desde la superficie, alejado de las profundidades de las que habla, que halla sólo en los libros.