Todo se desmorona en una ciudad que padece muchos de los malos sueñosde nuestra actualidad. El desorden impera como un arrebato aniquilador de la vida cotidiana, y nada se mantiene en pie debido a unos sucesos que precipitan la debacle, el tragicómico exterminio de aquellasnormas que amparaban nuestra convivencia. La realidad es más frágil eimprevisible de lo que pensábamos, y hay muchas dosis de maledicenciay calentura en las revelaciones de quien protagoniza esta farsa, undesenfadado gacetillero que todo lo observa desde las esquinas de suvigilancia. La fábula está servida, muy en el límite de lo que nostiene acostumbrados su autor, con ese humor disolvente que pone ensolfa los comportamientos políticos y morales de un mundo desquiciado.