La lectura de este libro nos recuerda a la escritura de Fernando Vallejo, de Jaime Sabines, de Roberto Juarroz, de Gonzalo Rojas... y de tantos otros poetas sudamericanos que escriben con el verso caliente y hablan con la lengua viva.
Qué alegria leer estos versos que no están hechos a golpe de diccionario, qué gusto tener entre las manos estos poemas llenos de juventud y de belleza.
Miremos hacia el continente americano, porque allí se encuentra el último horizonte, la última luz de la poesía en español.
Beñat Arginzoniz