Carmen de Burgos, Colombine, en 1927, decía que parecía haber muchossiglos de distancia entre las mujeres de 1899 y las de su época. Unaevolución repentina que se reflejó sobre todo en las modas y elsurgimiento de nuevos gustos. El siglo XX comienza en España conmodistillas de vestido chiné y mantón de manila, y da paso a lasrebeldes que van a trabajar con traje sastre y se pasean conpantalones. Algunos apedrean a estas valientes. Otros se propasan consus manos y las damas los corrigen con los alfileres de sus sombreros. Los periódicos claman contra esta autodefensa femenina y el uso deestas ?espadas?. Los grandes sombreros y los corsés desaparecen. Serdelgada y tener glamour son los nuevos dictados de la belleza. Con lacabellera y la falda cortas, y el rostro maquillado, las mujeresfrecuentan cafés y teatros, salen a bailar y practican sports. Losvarones asisten, perplejos, a estos cambios. Pero se adaptan y hastase acanallan: gomosos, pollos y apaches causan pánico y furor. Losgrandes almacenes se erigen como templos de consumo. Y, si en FranciaWorth, Doucet y Poiret marcan la moda, en España lo hacen Mr.