En el siglo xx se realizaron tres antiguas aspiraciones de laizquierda: la democratización de las sociedades occidentales, laliberación nacional de los pueblos colonizados y la emancipación delas mujeres. Pero, con el hundimiento de la URSS y del comunismo,fracasó la otra gran aspiración: la sociedad sin clases. El agente del cambio, la clase obrera de los países industriales, dejó de ser unsujeto político unitario. En lugar de revisar su teoría para ajustarla a la realidad, la izquierda se encastilló en una doctrina dogmática y un lenguaje hipócrita. Olvidó su programa originario de lucha declases, que son universales, contra la explotación y la desigualdadcapitalistas, sustituyéndolo por otro de identidades culturales. Elmulticulturalismo era la manifestación del nuevo sujeto histórico, elconjunto de los que Frantz Fanon llama «los condenados de la tierra».Aparentemente, a nadie se le pasó por la cabeza que muchos de esos«condenados de la tierra» quisieran imponer concepcionespolítico-religiosas que, de implantarse, supondrían un gran retroceso.