Existe un vacío grave y creciente sobre cuestiones morales: por primera vez en la historia, el ser humano siente la pérdida de la religión como consuelo y guía. Varios sustitutos se perfilaban como posibilidad: el comunismo, el pacifismo, el internacionalismo... Pero el hecho de que hayan fracasado no invalida la gran paradoja que la situación plantea: necesitamos elaborar teorías sobre la naturaleza humana.