Cuando somos padres podemos sentir miedo, temor. Podemos sentir angustia ante situaciones reales o imaginarias. Nuestra cabeza no para de pensar infinidad de situaciones, momentos, escenarios, peligros que pueden presentarse a lo largo de la vida de nuestros hijos, desde que nacen y a medida que van creciendo. Todos los padres sentimos miedo. Todos. Educar no es tarea fácil, es una tarea apasionante pero retadora, sorprendente pero agotadora. No existe misión más importante que la de ayudar a los hijos a crecer, es nuestra responsabilidad y nuestro deber de padres y tenemos que hacerlo bien. Con toda sinceridad puedo decirte que lo que sé hoy no era lo que sabía cuándo nació mi primera hija y que, aunque mi esposo y yo nos hemos ido preparando mejor como padres, nos hemos dado cuenta de que hay momentos en que situaciones completamente nuevas aparecen y te sientes una vez más como cuando recibiste a tu primer recién nacido: inexperto y asustado, lleno de miedo. Pero con miedo es imposible educar. Vivir en constante miedo nos frena, nos paraliza y no nos deja actuar. Por eso, en este libro quisiera describir
