Los caminos de Dios nunca han sido inaccesibles para el hombre; dehecho, han sido trazados por Dios para él. Bajo esta premisa, estelibro trata de acercarnos a la idea de Dios presente en el hombre y de alguna manera constitutiva de su persona, con la firme convicción deque sólo la afirmación de Dios permite defender la máxima dignidad del hombre y su destino eterno. Una dignidad y un destino cuyasalvaguarda no se basa, por tanto, en la soberbia o laautosuficiencia, sino en la apertura humilde a lo inefable: al afirmar a Dios, se confirma su misterio y esto implica reconocer a renglónseguido los límites humanos a la hora de conocer y expresar lo divino. Así pues, la fe en Dios y la intelección de su existencia deben pasar necesariamente por el tamiz purificador de la negación para noningunear la grandeza de Aquel que ha querido darse a conocer alhombre, manifestando así su amor creador, redentor ysantificador.
En esta obra, uno de los volúmenes másfascinantes de las Obras de Henri de Lubac, el lector encontrará nosolo una llamada apasionada al rigor y la hondura que han decaracterizar el quehacer te