Santo Tomás de Aquino participó de la sabiduría de Dios. Su vida fue una búsqueda incesante de la verdad. Y no una verdad cualquiera: la verdad de Dios. En su vida y obra convergen tres sabidurías: la filosófica, la teológica y la mística. Tomás sabía que, para hablar bien de Dios es preciso comenzar por hablar con Dios. Esta intuición es propicia para iluminar, también hoy, la situación de una humanidad necesitada de una espiritualidad fundamentada en una doctrina luminosa e inteligible.