El mundo vive el desastre ecológico definitivo. La pestilencia penetra en todas partes, en la carne y la tierra, en la sangre y el aire.Mientras que, en lo más alto de la ciudadela, por encima de lanubetóxica, los nobles sobreviven gracias al consumo de agua depurada, enlos Barrios Raíces, los más desfavorecidos desesperan por abastecersea duras penas de agua potable. El encuentro de dos almas complejas, de la esperanza y la culpa, puede que permita reemprender el diálogo con una naturaleza agónica.