El acto de escribir desde la soledad, desde la incógnita, desde lapresencia o ausencia de la pareja y ser amado; frente a un espejo queno está cubierto por ninguna sábana o cortina, frente a la piel quetambién reclama su espacio entre las palabras. Quizá se trate de unmecanismo de defensa, de enfrentar a la realidad y el mundo que nosrodea. Quizá, por el contrario, se trate de un mecanismo de defensapara enfrentarnos a uno de los oponentes más formidables que podemosencontrar: nosotros mismos. Carlos Augusto Torres parte de eseenfrentamiento, de colocarse como poeta, como ser humano, y asume elacto de escribir para poder enunciar y trasladar del papel susinquietudes y tormentos, placeres y gozos. En Los poemas que siemprequise escribir, el lector acompañará al poeta y se hará parte de esaexploración y génesis: será, entonces, un ser que también se enfrentea lectura como espacio de crítica, como espacio visceral y querrá,seguramente, regresar a sus juegos de infancia, a la pareja, a lapágina en blanco. Podremos compartir entonces que ?Escribo pararecordarte, / para negarme a decir / que sí / que ahora sí tefu