Hay bellezas que residen en lo visible: un cuadro, un amanecer, la arquitectura de una ciudad antigua. Otras, en lo efímero: la música que desaparece en el aire, el aroma de una flor, la voz que declama un poema. Pero la belleza de la lectura es distinta. No se exhibe ni se consume en un instante. Es una belleza interior, silenciosa y paciente, que transforma a quien la experimenta y lo introduce en la danza secreta del pensamiento. Este libro celebra la felicidad de leer, no como un deber o un hábito impuesto, sino como un regalo. Porque en la lectura se descubre una forma de estar en el mundo con plenitud, con pausa, con intensidad. Leer es habitar otras vidas sin abandonar la propia, encontrar respuestas donde solo había preguntas y, sobre todo, sentir que el universo entero se despliega en cada página, esperando a ser leído.