Vincular los espacios residenciales compostelanos de finales de la Edad Moderna con el estilo de vida que se desarrollaba en su interior, ver cómo se organizaban las estancias, cómo se vivía y cómo se modificaban con el tiempo y si se correspondía con la imagen que se suele tener de los grupos privilegiados son los objetivos de esta obra, que tiene como protagonistas a los grupos acomodados tradicionales, es decir, los canónigos de la catedral, cuyos ingresos les permitían llevar un notable tren de vida, y el numeroso sector nobiliario, no en vano la ciudad era residencia de la cuarta parte los nobles titulados e hidalgos de la provincia de Santiago. Para ello el autor partió del Catastro de la Ensenada -un punto de partida esencial- y de padrones municipales posteriores que permitieron reconstruir la ubicación de las casas de unos y otros en el recinto urbano; así pudo identificar cuáles eran los barrios donde se desenvolvía la existencia cotidiana de las élites y ver su evolución.