Jackson parte de la base de que el paisaje es la encarnación de una
	cultura, de sus valores y de sus aspiraciones, pero su concepción
	del mismo no es esencialista, ni mucho menos estereotipada. Se diría
	que más bien huye de la belleza paisajística arquetípica. Le fascina el
	paisaje diario, el vinculado a la supervivencia cotidiana y a la movilidad
	propia de una sociedad como la norteamericana.