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Jacobo Gratij (1517-1619) repartió sus 102 años de vida a partesiguales, año arriba, año abajo, entre su Italia natal y su Españaadoptada y querida, Madrid en particular.
Sus tres décadas de secretario y confidente de Giambattista Castagna, jurista seglarprimero, luego arzobispo, después cardenal y al fin Papa, Urbano VII,le llevaron a entrar en contacto estrecho con la entera escala social: desde Felipe II o el emperador Rodolfo II a pobres miserables oenfermos desvalidos, pasando por innumerables miembros de todos losestratos eclesiásticos y civiles. Lope de Vega, Tirso de Molina oTomás Luis de Victoria se contaron entre sus amistades, así como lainfanta Juana de Austria, que le obtuvo de su hijo, el rey Sebastiánde Portugal, el título de Caballero de la Orden de Cristo. Solo faltócastellanizar su apellido para pasar a la historia como el Caballerode Gracia.
Hombre emprendedor y generoso, su etapa madrileñarebosa de iniciativas sociales, algunas todavía vivas, como el Colegio de Nuestra Señora de Loreto, en su día para huérfanas, o su máspreclara realización: la Asociación Eucarística del