En 2018, el científico He Jiankui anunció la creación deliberada de los primeros bebés modificados genéticamente, lo que generó un gran revuelo a nivel internacional: por primera vez en la historia, el temor a manipular el genoma humano de las generaciones futuras se había hecho realidad. Cinco años más tarde, las autoridades sanitarias de la Unión Europea, Estados Unidos y Reino Unido aprobaron Casgevy, la primera terapia de edición genética para tratar dos graves trastornos sanguíneos. Ambas noticias cuentan con el mismo protagonista: los sistemas CRISPR-Cas, unas poderosas herramientas que permiten editar el genoma humano con una sencillez, accesibilidad y versatilidad que no tiene precedentes. Protagonistas del Nobel de Química de 2020, estas herramientas fruto de la biotecnología suponen un enorme desafío para el Derecho y la Bioética. ¿Cómo se puede diferenciar la edición con fines diagnósticos, preventivos o terapéuticos de aquella que persigue objetivos de mejora genética (enhancement)? ¿Qué principios éticos deben guiar la libre actividad científica sobre edición genética para ser considerada moralm