"Europa es un jardín. Pero la mayor parte del resto del mundo continúa siendo una selva, y la selva podría invadir el jardín...". Éstas fueron la polémicas palabras de Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, unos meses después de la invasión rusa de Ucrania, también un año antes de la guerra de Israel contra Gaza. Y, a partir de esa frase, Edwy Plenel recapacita sobre nuestra Europa, pues ésta se ha construido a imagen singular de sí misma y del mundo. Persiste en considerarse la cuna de la civilización, la encarnación del bien y la justicia, y en creerse amenazada por la barbarie, la oscuridad y el mal que habitan el resto del planeta. Así, aferrada a una imagen heredada de un pasado mal digerido y bañado por el colonialismo, se pierde y se extravía, y da la espalda a los valores de humanismo e igualdad que, sin embargo, reivindica. Mientras Europa y, con ella, su expresión política, Occidente, no renuncien a su deseo de poder, seguirán generando el resentimiento de todos aquellos pueblos que han vivido con amargura su dominación a lo largo de los últimos cinco siglos