"Viajar solo debería hacerse al amparo de esas dos corrientessalvajes que nunca nos fue dado gobernar: curiosidad y memoria. Yhacerlo como un iceberg, frágil, invulnerable, solo atento a losquejidos de la propia estructura. A su roce tan pausado en el agua, aesos lamentos de sus placas quebradas al desplomarse sin aviso.Tambie?n al azul de su interior, su triste corazón de luz, deriva ysueño. Sin programas ni horarios. Y que suceda cada día porque esinevitable ceder y abandonarse al camino y sus recodos, a losencuentros azarosos, esos suaves promontorios abiertos al paisaje deacogedoras sombras, donde merecerá? la pena detenerse en silencio ysentir como el viento lo cruza y preña de olores y promesas distantes. Un dejarse ir en calma y al final, siempre supimos que sería así?,acabar diluidos en esas mismas aguas que nos arrastraron para ser enotros. Solo eso es viaje." Una reflexión sobre el hecho de viajar y la lectura, tal vez la misma cosa. Un viaje interior sin rumbo fijo porun paisaje tan físico como emocional, en compañía de ficciones ylibros; una divagación sobre la escritura y sus mitos, la memoria