En el año 248, Roma se prepara para celebrar con gran esplendor el milenario de su fundación, tras haber conseguido establecer la paz con los persas de Oriente merced a la hábil gestión de los embajadores imperiales. Uno de estos emisarios es Félix de Lusitania, que regresa de su misión en Tesifonte después de haber arrastrado todo tipo de peligros. La inquietud vital de Félix le lleva a ser protagonista en un momento crucial de la historia: el declive del Imperio Romano.