La recuperación de las crónicas y reportajes que desde la España de la década de 1930 enviaba a la prensa neoyorquina la joven judía,mexicana y estadounidense Anita Brenner completa el perfil de unaautora sorprendente de la Revolución Mexicana, con esta etapa española que pocos le suponían, y devuelve a la nómina de los corresponsalesextranjeros en la España de la Segunda República y la Guerra Civil una de sus muestras más singulares y penetrantes. Traducidas por primeravez, con material de archivo, despachos originales y declaracionesinéditas de Azaña, Indalecio Prieto, Largo Caballero o Gil-Roblesentre otros protagonistas. Las crónicas de una corresponsal que nuncaquiso ser extranjera y a la que no interesaron las trincheras de laguerra sino las barricadas de la revolución española. «Fui a Españapor primera vez en 1930, y volví [...]; pude ver cómo se iba cocinando todo y lo reflejé así por escrito. Puse mucha más atención en lasustancia de las cosas y en los detalles humanos que en el desarrollode la guerra, las campañas, etc., etc. En este punto, la posibilidadde una novela vuelve a ser algo tentador. Du