Las apasionantes páginas de La bohemia española en París a fines delsiglo XIX constituyen un fresco de la vida y las aventuras ydesventuras de los españoles en la ciudad del Sena. Pertenecen a esegénero de memorias, no muy frecuente entre nosotros, que cuentan,según afirma su autor, Isidoro López Lapuya, «los detalles de la vidamedia, de los hombres que iban camino de la cumbre y no llegaron aella». Aquel París que vivió y reseñó Lapuya no cobijaba sólo bohemios y artistas, sino que allí vegetaban y conspiraban exiliados de laprimera República, como Ruiz Zorrilla, el capitán Carlos Casero oNicolás Estévanez, que preferían morir en el extranjero si noconseguían instaurar en España un nuevo régimen. El doctor Esquerdo,Pi y Margall, el Padre Gabarró, los artistas Benlliure y Sarasate?Pero al lado de éstos, y aquí radica la sugestión del libro, cientos y cientos de oscuros pintores y escultores, que recorrían Montparnasse, con sus obras, en busca del nada fácil condumio diario. Y artistas de otros géneros tan españoles como bailarinas, guitarristas, payasos,bibliófilos, vividores, engatusadores de toda laya y co