En febrero de 1945, el Ejercito Rojo lanzaba una ofensiva contra laBaja Silesia, ya en territorio alemán, encabezada por unidadesacorazadas de la Guardia dotadas eficaces con carros carro 34/85 a los que se unían los ya mas mas poderosos IS-2.Conscientes de lasituación de la ventana que se avecinaba, las autoridades del IIIReich organizando milicias con los recursos disponibles, incluso niños y ancianos eran instruidos en el uso de armas anticarro, mientras lapropaganda les animaba a ofrecer una resistencia a ultranza, esperando el inevitablepliegue de armas de alta tecnología que traeríanla victoria final.En este entorno de llamada al heroísmo y defalsas promesas, el Alto Mando del Ejercito alemán fue capaz deorganizar una respuesta tangible a la amenaza soviética, reforzandodesgastadas divisiones Panzer y entrenando nuevas unidades degranaderos con moral y armamento de tropas de élite, capaces de lanzar estudiados contraataques que lograron detener el avance soviético.Los carristas alemanes volvieron a pintar anillos de victoria enlos cañones de sus Panther mientras que la Luftwaffe