En este libro emergen las categorías que el lector disponga (o tal vez ninguna). Sin divisiones ni epígrafes, cada poema sigue al otro comoanotaciones destiempadas, sujetas al fluir de la palabra y a suintencionalidad estética. Una maleza, como anuncia el título del poema que inicia el conjunto y con el que se abre un pasadizo dereminiscencias y duelos. Porque la palabra exhibe también sus límites, dice lo que lo oculta o lo sugiere. Frente a ella, somos elcontenedor de sus caudales. ¿Bastará con escribirla? Como en aquellaspreguntas de Pizarnik, el acto de nombrar no alcanza todo. Si larealidad es divisible; si puede enumerarse, descomponerse,reemplazarse. Admite condiciones arbitrarias e ilusorias. Nombre pornombre, agota su extensión y se reinventa. Cuando solo quedasospechar.Marta Jazmín García