Esto no es un estudio. Es un manifiesto portador de una extraña convicción: que la música sigue estando por descubrir, que está todavía oculta. Que, sin embargo, suele aparecer, la mayoría de las veces, de manera incompleta. Y que lo que hasta ahora hemos designado como «música» no es más que un preliminar, un pródromo. Que todas las músicas producidas hasta ahora no son más que simulacros, rituales que llaman a la música. Esto puede parecer loco, inoportuno. Pero esta es la apuesta de este texto: volver esta afirmación legible, comprensible y tal vez, incluso, aceptable. Esta es su aspiración: formular, a partir de intuiciones, un posible para una música por venir.