Cada generación de teólogos tiene que proponer respuestas a las cuestiones que se plantean en su época acerca del ser de Dios.
Khaled Anatolios aborda en esta obra cómo y en qué términos la comunidad cristiana de los primeros cinco siglos aprendió a hablar de una manera desafiante y, a la vez, normativa; y por qué su modo de expresarse es importante para nosotros como creyentes.
Podemos sentirnos afortunados porque aquellos primeros teólogos -que fueron pioneros en «hablar de Dios» en lo que llamamos términos trinitarios- también fueron grandes pensadores, excelentes escritores, personas de profunda piedad y fe. Unirnos con inteligencia y generosidad a sus debates, probablemente sea el mejor punto de partida para continuar desarrollando su trabajo.