Siempre estuvieron ahí, aunque algunos hubiesen preferido verlas sin poder, sin inteli-gencia, sin la tenacidad suficientes para llevar a cabo sus proyectos. Nos referimos a María de Pacheco, Teresa Enríquez, Catalina de Bustamante, Teresa Ló-pez de Zúñiga, Leonor de Castro Melo y Meneses, Juana Francisca de Córdoba y Velasco, Teresa Sarmiento de la Cerca, Teresa de Pimentel, Leonor de Mascarenhas, sor Magdale-na de La Cruz y sor Orsola Benincasa. También ellas, como la reina Isabel la Católica o la princesa de Éboli, piden a las nuevas generaciones un acto de justicia y de reconocimiento sociales. Reclaman su derecho a salir a la luz. Quieren dejar por fin su lugar discreto casi siempre impuesto y que otros les pongan voz; para que se conozcan sus vidas pe-ro, particularmente, para mostrar que nunca se resignaron a desempeñar el papel que, solo por su condición femenina, se les tenía reservado en la Edad Moderna. ¿Por qué no dejaron de actuar, luchar e influir en el contexto que les tocó vivir? ¿Se las quería invisi-bles? ¿Se resignaron a verse sin poder? En este volumen diferentes investigadores de un