«¡Agárrate, que vienen curvas!»
Este parece ser el mensaje que la vida, muy cachonda ella, le está enviando a Ramona. Porque es volver de su maravilloso y relajante viaje en el Caribe y tener que enfrentarse de nuevo al mundo real, lleno de sorpresas y no precisamente agradables.
Y es que todo lo que le pasa bien podría formar parte de un culebrón turco, de esos que ve mayormente su madre, con amenazas de cárcel, traiciones, zombis y fantasmas incluidos.
Esta zozobra emocional hace que, de tanto en tanto, vuelva a aparecer la antigua Ramona, los viejos patrones y el manido papel de víctima. Aunque hay que decir a su favor que el universo lo pone un pelín complicado a veces, ¿eh?
Pero, claro, nadie dijo que fuera fácil. Y Ramona tendrá que aprender que todo tiene un por qué y un para qué, aunque cueste entender los motivos de ese universo, tan puñetero, que se empeña en traer de vuelta a personas del pasado que pueden poner su mundo patas arriba.
¿Qué pasará con Carlos? ¿Sucumbirá de nuevo a sus encantos, enredándo