Paradójicamente, el consumo indiscriminado de espectáculos es propio de una población indolente que no se asombra por nada... Tanto el espectáculo comercial como el arte moderno explotan un tipo de percepción dominada por el fragmentismo y el shock, siguiendo una lógica de intensificación del estímulo ante la saturación perceptiva del espectador. Un espectador progresivamente familiarizado con el ritmo frenético de las transformaciones. El estadio actual de sobrestimulación se corresponde con el bombardeo de los medios y la publicidad a gran escala, algo que puede encontrarse en la mayoría de los abigarrados centros metropolitanos del planeta, aunque su principal dosis proceda del televisor, el móvil y demás dispositivos pensados para captar la atención.
Este libro trata sobre los inicios de este fenómeno centrándose en las relaciones entre arte y público, tal como se dieron en el teatro de las vanguardias históricas. En la mayoría de los casos, éstas persiguieron una implicación agresiva del espectador en la obra, capaz de vencer la resistencia de un público urbano, masivo y sobresaturad