En La civilización de la memoria de pez, Bruno Patino denunciaba lospeligros de una humanidad que ya entonces estaba confinada entre loscristales de su pecera digital: perfectamente libres para nadar en sus aguas y abiertos a todo, pero atrapados dentro de unos límites que no por ser transparentes resultaban menos rígidos, incapaces deconcentrarnos ni de crecer, agotados por el paso del tiempo y lasinterminables exigencias de las notificaciones que acosan nuestrosdispositivos.La experiencia sin precedentes de la pandemia puso en evidencia estamisma situación: somos una sociedad desatenta y olvidadiza, que sesalvó del asilamiento gracias a su capacidad técnica para hablar,trabajar, verse, mantenerse en contacto y divertirse a distancia, pero al mismo tiempo descubrió, de forma acelerada, los barrotes de suprisión digital, libre para saberlo todo, pero carente de deseo;parloteando constantemente, pero ansiosa de contactos reales...Ahora, cuando por fin hemos podido abandonar la pecera de nuestroshogares, sabemos al menos lo que tenemos que hacer para salir denuestra pecera digital y recuperar nuestra vida soci