La arquitectura modernista fue creada no sólo con fe por los innúmeros arquitectos que la proyectaron, sino con el convencimiento absoluto de los propietarios. Una serie de circunstancias sociales favorables, pero sobre todo la aludida coincidencia de pasiones cristalizó en un Eixample que por tales razones es único en el mundo. Las páginas de este libro muestran un rosario de obras deslumbrantes, enfilado en el discurrir de un itinerario que quiere ser un paseo culto y amable, cívico y estimulante, que permita admirar, saborear y quizá descubrir, pero que orilla la tentación de catálogo.
