Tras el nombre de agujeros negros, que alimenta el imaginariocolectivo, se esconden cuerpos celestes conceptualmente muy simples y, al mismo tiempo, muy difíciles de estudiar. Simples por definición:son objetos capaces de atrapar la luz en su interior. Difíciles, porun lado, porque son el escenario de fenómenos gravitacionalesextremos, y por otro, porque, por su propia definición, los agujerosnegros son casi imposibles de observar.Alain Riazuelo, astrofísico einvestigador del CNRS, ofrece el más completo y actualizado estudiosobre los agujeros negros, con numerosas simulaciones visuales y conlos notables avances observacionales de los últimos años: las dosprimeras imágenes de agujeros negros (M87* en 2019 y Sgr A* en 2022),el incremento del número de detecciones de fusiones de agujeros negros (5 en 2018, frente a las más de 80 actuales) y la descripcióncompleta de proyectos terrestres y espaciales de ámbito mundialpuestos en marcha para acelerar aún más los descubrimientos estelares.