En un vagón de ganado atestado de personas que se dirigen a un destino desconocido, un hombre que intuye su final, sin esperanza ni temor,se abandona a su imaginación. Ha llegado hasta un espléndido banquete. Un palacio de cristal, tan bello como enigmático, un espacio inmenso, lleno de estancias, de gente que celebra, que discute, que compartensus ideas. Es difícil soñar un escenario único donde coincidan tantosintelectuales de todo signo y de cualquier época, escritores, poetas,creadores, que hablan del mundo, del mundo al que pertenecen. En esebanquete donde mentes tan privilegiadas discuten sobre la vida, sobreel daño, sobre la nada, incluso, la misma creación, uno puede acasoconcebir la grandeza y las miserias de la vida. Es extraño, en eseespacio conversan autores vivos y muertos que son ajenos al tiempo. Un imposible y con todo, real. Este libro inclasificable no pide permiso para enjuiciar a los intelectuales en un mundo que nunca dejó deimplorar ayuda, ante el cual parecen ser ajenos. Es una obra coral que grita, que siente la necesidad de combatir, de no rendirse. Todocuanto expresan y comparten ca