«Siendo la suya una voz tan personal, tan fresca y potente, tandeliciosa a ratos y emocionante a menudo, resultaba raro que en plenarelectura del pasado para darle su sitio a autoras que o seadelantaron a la actual eclosión o formaron parte de un simulacro deeclosión como el que he referido y se materializó en las antologíasLas Diosas Blancas y Ellas tienen la palabra, se haya tardado tanto en recuperar a Inmaculada Mengíbar. [?] La suya es una poesía viva en la que suena la voz de una mujer que va buscándose en medio del ajetreode una cotidianeidad llena de perplejidades, y al buscarse,perdiéndose a menudo, consigue encontrarnos. Se sale de la lectura desus poemas más acompañado, menos solo. Y ese ha sido siempre el signode la poesía verdadera, más allá de toda etiqueta grupal, de todoadjetivo genérico y de todos los capítulos académicos de las historias de la poesía. La voz recobrada de Inmaculada Mengíbar merecería seruno de los acontecimientos de nuestra poesía reciente». Del Prólogo de Juan Bonilla