Con una vida bastante desgraciada y unos padres vagos y avaros, Iruma es arrastrado al infierno contra su voluntad después de que estos lo vendan a un demonio. Pero para su sorpresa, la vida que le depara el inframundo es mucho mejor que la que tenía con su familia. Bajo la tutela de su nuevo dueño, un poderoso, pero solitario demonio que sólo quería cumplir su anhelo de tener un nieto, empieza aasistir a un instituto del que este es director después de firmar cierto contrato con él.