«Siempre quise saber más sobre la vida de mi padre, a quien no conocí, ya que fue asesinado en Mondragón el 5 de octubre de 1934 estando mi madre embarazada de su primer y único hijo; yo nací el 13 de febrero de 1935.
Hace años encontramos en casa, en un baúl, numerosos papeles escritos por él y entre ellos su viaje a Estados Unidos, enviado por Ángel Herrera, cuando se estaba gestando la formación de El Debate. Poco tiempo después sentí la necesidad y la ilusión, al mismo tiempo, de aprovechar aquel texto para que se escribiera una biografía sobre su vida.
En el año 2018 conocí a Lara Nebreda, la autora de este libro, a la que manifesté mi deseo de contar con ella para que revisase los muchos documentos que yo conservaba y pudiera escribir un relato de su vida y accedió a ello. No tengo suficientes palabras de agradecimiento por su trabajo. El esfuerzo, dedicación y empeño incansable de Lara han ido mucho más allá de lo que podía soñar. Aunque he podido conversar con ella y darle cuanta información disponía, su minucioso trabajo de investigación le ha permitido concluir uno de mis mayores anhelos: conocer a mi padre y la vida que llevó hasta su muerte. Me he emocionado al descubrir detalles de la misma, desde su estancia en Estados Unidos hasta su actividad política y empresarial. Ni que decir tiene lo que ha significado para mí conocer, casi vivir junto a él, las últimas horas de su vida. Gracias, Lara, por el regalo que este libro significa para mí.
Para aquellos que se adentren en la lectura de la vida de Marcelino Oreja Elósegui descubrirán a un hombre comprometido con su tiempo, con la Iglesia, con el desarrollo empresarial y la creación de empleo y sólo, por último, con la política. La política entendida como servicio a los demás, la defensa de unos ideales y la puesta en práctica de sus creencias católicas. A veces parecerá una aventura y otras un relato histórico. En todo caso, una vida ejemplar desde la fe, el amor a su familia, a su tierra vasca y a España.
Mi padre era una persona alegre, esperanzada, con preocupación por los demás, profundamente religioso, gran conocedor de los Evangelios y atento a los movimientos sociales que se debatían en los círculos de estudio de la Asociación Católica de Propagandistas, de los que era asiduo participante, y que conducía un joven abogado del Estado, ferviente cristiano, que años más tarde fue sacerdote, obispo y cardenal del Sacro Colegio: Ángel Herrera Oria» (del prólogo de Marcelino Oreja Aguirre).