Sin moverse de su diván, enfundado en un raído batín asiático, el héroe de esta novela es la personificación de la indolencia y la inactividad. Oblómov conocerá de pronto, al cabo de los años y a instancias de su gran amigo, el emprendedor Shtolz, un extraño renacer, una misteriosa sacudida que por un momento le hará creer en la posibilidad de otra clase de vida, en la que asoman insospechadamente la confianza y el amor.