Aquello en lo que de verdad mi comedia es fiel a los hechos comprobados es el itinerario que siguió desde sus comienzos el corazón de la adorable persona que fue la hija de los reyes católicos, hasta su muerte; su pasión absoluta, desgarradora y a su vez, hermosa por su rey. Poca cosa para una época en la que exigimos del teatro transcendentalismos y filosofías. Innecesario es decir, que de ese tema, de ese ambiente, de esos personajes, se han servido desde Calderón a nuestros días dramaturgos, novelistas, músicos, cineastas y que de ninguno de los episodios de mi comedia han estado ausentes ni los detractores ni los panegeristas. Entre esa selva de testimonios yo he procurado dotar al mio de relieve propio.