Ramón Acín nos ofrece en "Un andar que no cesa" un conjunto de textos, de carácter fragmentario y netamente autobiográfico, donde más allá del vértigo de la prisa reivindica el carácter terapéutico de todo viaje, bálsamo contra el chauvinismo, la incultura, la nostalgia o la melancolía. En cada uno de estos periplos, «el viajero» se siente y ejerce como tal en muy distintas facetas.