Engañar. Espiar. Informar. Y, cuando llegue el momento, disparar a matar.
Las órdenes que Draven ha recibido por parte de la resistencia de los Condenados, los portadores de magia, son simples: liberar a los suyos de la crueldad humana que los somete. Para ello, debe infiltrarse en la corte de la nueva Regente de Hedra como su guardaespaldas, y también esperar al momento adecuado para acabar con su vida. Pero todo se complica cuando descubre que Runa Arkas no es como los humanos que la precedieron y lideraron la región antes que ella. Es hermosa, inteligente... y justa.
Draven lo sabe: su flecha lleva el nombre de Runa. Pero ella es el punto débil en su armadura. El fallo en su plan. Y, quizás... el pecado que lo convertirá en un traidor.