Cuando se encierra a un lobo, comienza a dar vueltas en su jaula, seactivan sus mecanismos de defensa, su astucia natural se agudiza conel objetivo de escaparà y, finalmente, aúlla. Si confinan a un zoólogo documentalista, se pondrá, de inmediato, a investigar acerca delmotivo de su aislamiento; pero, cuando le digan que un pangolín y unmurciélago son la causa de todo, se dará cuenta de que algo noencaja.
Para alguien que ùcon el principal objetivo deescribir reveladores guiones de documentalesù está acostumbrado ainterpretar el comportamiento de tiburones y hormigas, a descifrar elcríptico lenguaje de los profesionales de la ciencia y a buscar ellado oculto de todas las realidades, el relato pactado de lo que haocurrido, y de lo que aún está ocurriendo, se revela como fruto de una narrativa muy bien cuidada que haría temblar de envidia al mismísimoJulio Verne, el gran maestro de la ciencia ficción. Esta es mihistoria, pero ya, más de dos años después, también es la suya. Losinverosímiles derroteros de lo acaecido y la exhaustiva revisióncientífica de los pocos investigadores libres y rigurosos que