Algunos ignoran que la nada es una parte del todo.A veces nos hacemos el gran regalo de decidir no volver a ver aciertas personas.No hay que dejar que la sempiterna sordidez de la política nosconvierta en personas amargadas.Todo narciso acaba ahogándose en su espejo.Es bueno que el aforista se dedique a pulir sus aforismos como Spinoza pulía sus lentes. A partir de cierta edad el tiempo es la prórrogaque nos concede el destino para que todavía podamos hacer algo deprovecho.Los generosos tienen más amigos de los que creen y los tacaños tienenmás enemigos de lo que sospechan.Los mejores aforismos son los que comienzan cuando terminan.Ramón Eder (Lumbier, Navarra, 1952) es un aforista singular y, sinduda, necesario. Estudió filosofía en la Universidad de Vincennes(París), y no ha mostrado el menor interés por los géneros literariosmejor vendidos, como la novela o el ensayo. Cuando se decanta poralguno de los géneros históricos, como la poesía lírica (Axaxaxas mlö, 1985, Lágrimas de cocodrilo, 1988) o el relato breve (La mitad es más que el todo, 1998), no oculta su actitud irónica y su ánimociertamente humoríst