Acoyani vuela para no hacer otra cosa que volar, vuela sobre la luz de los que duermen y ante la infranqueable contemplación de los desvelados en su intacta dulzura, vuela sobre las ciudades azules donde resucitan los muertos y las semillas en las que se cobijó el olvido; sobre la maleza de la vicisitud y la inmutabilidad del enigma, sobre la edad sin vejez de la mujer y del hombre; vuela sobre los acercamientos de Ciorán a las especies de la felicidad, los frutos hechizados por el sol, los magos sin serpientes.
Vuela sobre ti, que dejarás de ser el maldecido.