Somos amputados al nacer, miembros fantasmas de nuestras madres,anticipamos el misterio de la poesía que dice lo perdido. Con esacerteza Ana Cagnoni construye sus poemas, milagro del espejo en el que volvemos a encontrarnos, en el que la completud parece una promesarealizable, al menos en las palabras que evocan las ausencias. Aquí,la poesía no solo representa una realidad tangible (lugares, personas, paisajes, objetos, seres vivos) sino que reproduce múltiplesvariables de lo que pudo haber sido, de la vida probable que devino en otra cosa: una mudanza, un accidente, una muerte, un nacimiento.Palabras que no solo son palabras, sino también puertas hacia lasinfinitas posibilidades del devenir, en un código que, sin embargo, no renuncia al realismo, sino que pretende capturar fotografíasdispersas de una época, donde la fragmentación es la constante. ¿Quétuvimos? ¿Qué tenemos? ¿Qué pudimos tener?: ?desde que me mudé depaís,/ pienso que todo es un simulacro./ la granja es un simulacro degranja./ el tractor, de tractor. el desencanto./ mejor, después detodo,/ que sea un simulacro y no un error?, nos cuenta la Poe